Irun 1998-2000: Los Alardes municipales
La situación tras las sentencias del TSJPV
En enero de 1998 dos sentencias del TSJPV declararon el derecho de las mujeres a desfilar en los Alardes, tanto de Irun como de Hondarribia, en condiciones de igualdad con sus conciudadanos varones. El principal argumento del Tribunal fue que el Alarde no es la rememoración exacta de los hechos que se conmemoran, pero –y aquí está lo importante- aunque lo fuera, se trataría de una costumbre que no puede estar en oposición con el principio de igualdad.
Aun no estando de acuerdo con ella, (en octubre de 1997 el Pleno del Ayuntamiento de Irun se había apresurado a suspender la Ordenanza de 1980 –suspensión que IU recurre ante el TSJPV-), cuando la sentencia se dio a conocer el día 16 de enero, ambos alcaldes anunciaron su acatamiento, a diferencia de las dos células de Betiko Alardea. Uno de sus miembros llega a afirmar que “se han reído del pueblo de Irun".
En el caso de Irun, al contrario que en Hondarribia, el Ayuntamiento se mantendrá en su idea inicial de no recurrir la sentencia, pero sí lo hará Irungo Betiko Alardea que, además, instó al pueblo a no secundarla. Ambos recursos serán aceptados por el TSJPV, llevando el asunto hasta el Supremo.
El Diario Vasco (24 de enero de 1998) • Se hace pública la sentencia del TSJPV.
El Diario Vasco (27 de enero de 1998) • El alcalde de Irun acepta la sentencia.
El Diario Vasco (28 de enero de 1998) • Las fuercas políticas de Irun a excepción del PNV aceptan la sentencia.
El Diario Vasco (9 de febrero de 1998) • Entrevista a los alcalde de Irun y Hondarribia.
Irun 1998-2000: Los Alardes municipales
Una vez reconocido el derecho de las mujeres, varios factores iban a determinar que se llegara al mes de junio de 1998 con la existencia de dos Alardes recorriendo las calles de Irun.
La creación de un grupo de mediación.
El grupo, convocado por el alcalde, estaba integrado por siete personas “notables” en diversas especialidades, que habían sido las encargadas de leer el pregón de fiestas durante los últimos años. Se trataba de los pintores Gaspar Montes Iturrioz y Ana Izura, el pianista Ricardo Requejo, el profesor de literatura de la Universidad de California Carlos Blanco Aguinaga, Leontxo García, periodista especializado en ajedrez, Ricardo Arregui, neurocirujano bien conocido por sus tratamientos anticongelación a alpinistas vascos, y Federico Garayalde, diplomático.
La primera aparición pública del grupo a principios de marzo fue la publicación de un manifiesto, en el que tras declarar la importancia del Alarde como “elemento sustancial de las señas de identidad de los iruneses” afirmaba que debía servir a la unión de los ciudadanos. A continuación, pedían que los partidos políticos se abstuviesen de intervenir “directa o indirectamente” en la resolución del problema para terminar reclamando de la población el apoyo a sus gestiones de intermediación mediante la firma del manifiesto. Lee el manifiesto
El grupo desarrolló su trabajo en la sombra durante dos meses. En mayo, dieron a conocer sus conclusiones públicamente, aunque también redactaron un informe interno que entregaron al Alcalde. El Alcalde nunca quiso hacerlo público pero, al parecer, trataba sobre el distinto talante de ambas partes de cara al diálogo. La vía de salida al conflicto que proponían era constituir tantas asociaciones como compañías formaran parte en el Alarde, dejando a cada una de ellas la libertad de decidir si integraban o no mujeres.
De este modo, podía suponerse que las compañías existentes regularían su régimen interno de modo que no se permitieran mujeres, pero se daría paso a la creación de nuevas compañías que sí contaran con ellas. La unión de todas formaría el nuevo Alarde.
La propuesta sólo fue aceptada por una de las partes, Bidasoaldeko Emakumeak. Irungo Betiko Alardea había anunciado el mismo día en que se constituyó el grupo de reflexión que no aceptarían “mediadores que actúen sobre la base de que haya mujeres vestidas de soldado, porque no queremos carnavalizar el Alarde.”
El Diario Vasco (8 de marzo de 1998) • Se crea el grupo de reflexión.
El Diario Vasco (marzo de 1998) • Manifiesto del grupo de reflexión.
Aparecen dos nuevas asociaciones de signo contrario, Jaiak Guztiontzat y Emakume Irundarrak.
Así como el primer grupo adoptó desde su inicio un tono bajo, reflexivo, el segundo se presentó de modo muy beligerante. El mismo día de su presentación, el 24 de febrero, afirmaba que Bidasoaldeko Emakumeak llevaba “dos años insultando, amenazando y agrediendo tanto física como moralmente a todo el pueblo".
Y mientras...¿Qué había sido de los mandos y de la dimitida Junta del Alarde?
Si bien no hicieron ninguna valoración de la sentencia, los mismos días de febrero dieron a conocer su decisión de mantener el desfile sin mujeres. Añadían que eran conscientes de que, tras la sentencia, era posible que el Ayuntamiento les negara la colaboración, pero que seguían pensando que el Alarde era “patrimonio del pueblo de Irun” y deben celebrarlo “de la forma que él nos dicte". Un mes más tarde, a través de un impreso que se buzonó por toda la ciudad, hicieron saber que se había creado una nueva Junta del Alarde, con los mismos componentes que tenía la anterior, pero desvindulada del Ayuntamiento.
En el impreso decían además otras dos cosas de interés:
- Pensaban organizar “el Alarde de siempre” y que para ello venían trabajando desde septiembre, es decir, desde antes de que se dictara la sentencia.
- Se habían dirigido al Ayuntamiento para solicitar que se les prestaran los trajes, los cañones, etc. al tiempo que se quejaban de que no habían tenido respuesta.
Tras esa última petición latía una mentira: en junio de 1997 los mandos habían sustraído los trajes y demás equipamiento municipal que ya les había sido entregado. Jamás lo devolvieron ni el Ayuntamiento lo reclamó, como reconoció el propio Alcalde en el transcurso de un pleito civil.
El 1 de mayo el Consistorio anunció que apoyaría la celebración de un Alarde que cumpliera con la legalidad, debido a que el TSJPV había decretado la suspensión cautelar del acuerdo municipal que trataba de derogar la Ordenanza de 1980. La Ordenanza estaba pues otra vez en vigor, y ello “obligaba” de algún modo al Ayuntamiento a organizar un Alarde. la Junta de Portavoces del Ayuntamiento de Irun, con excepción del PNV, anunciaba que estaba dispuesta a ofrecer “todos los medios humanos, materiales y económicos que necesiten para llevarlo a cabo.”
Pero, al mismo tiempo, se tomaron otras decisiones que privaban al naciente Alarde de todos aquellos rasgos que podían darle mayor legitimidad:
- No se haría el acto de recepción de cantineras en y por el Ayuntamiento.
- El General del Alarde Municipal no sería elegido en el tradicional pleno extraordinario de mayo.
- La Corporación Municipal no participaría en el Alarde y
- No se entregaría a éste la bandera de la ciudad.
El apoyo prometido se limitó finalmente a una financiación tacaña y al uso de locales municipales.
El 9 de mayo los Mandos del Alarde “alternativo” elegirán a su General, el dimitido comandante Beñardo Urtizberea.
Según sus declaraciones, para ese día contaban ya con “donativos de particulares, miembros de las distintas compañías y empresas de la comarca”. Días más tarde, sin embargo se sabrá que las Juntas del Alarde y de Mandos estaban enviando a los comercios cartas en las que solicitaban la aportación de fondos y que “una delegación de ambas juntas visitará el comercio en los próximos días para tratar de su posible colaboración”.
Se abría así un frente más que había venido librando y estaba destinado a seguir haciéndolo en una batalla soterrada:
Los comercios
Primero fue el boicot a aquellos negocios cuyos propietarios eran sospechosos de simpatizar con las mujeres; a partir de1998 se utilizaron los comercios como fuente de financiación, pero también de propaganda, poniendo en sus escaparates los carteles correspondientes a uno u otro Alarde.La decisión tenía evidentes repercusiones comerciales y personales, por lo que, en estas circunstancias, estaba claro que lo más lógico y sencillo, era dar donativos y colocarse del lado de la mayoría.
Se forma la nueva Junta del Alarde Municipal
El 20 de mayo tuvo lugar la primera reunión, presidida por el teniente de Alcalde Román Rico, a la que acudieron una treintena de personas de los más diversos ámbitos y de las más variadas ideologías. Su empeño era que a la mayor brevedad posible hubiera un único Alarde para todos y, en este sentido, remitieron una carta personal a todos los mandos del Alarde Tradicional, pidiéndoles que se sumen al Alarde integrador.
Pocos días más tarde se refundó la primera compañía de Infantería, a la que siguieron otras, y se nombró al General, Alberto Lizarraga. Al mismo tiempo, se empezo a publicar en el Diario Vasco, en anuncios pagados, la lista de integrantes de esa nueva Junta del Alarde Municipal y de las personas que la apoyaban. Inmediatamente, la ciudad se llenó de pasquines anónimos y no tan anónimos contra las personas que aparecían en la lista o que eran notoriamente favorables a la participación femenina. El tono de los escritos es ultrajante, racista, homófobo, misógino….
Estaba clara la estrategia a seguir: si BAE había conseguido aunar alrededor de la reivindicación a un grupo de importantes personalidades, había que trasmitirles a éstas que NO seguirían contando con el respeto de una parte del pueblo. A medio plazo, estas medidas de presión fueron surtiendo su efecto y en posteriores ediciones del Alarde muchas de esas personas retiraron su colaboración ante las gravísimas consecuencias que ésta estaba teniendo en sus vidas y profesiones. La presión era sencillamente insoportable.
Los nervios en el sector tradicionalista están a flor de piel. No creían que BAE fuera capaz de poner en marcha un Alarde y, sin embargo, éste iba tomando forma. Si ello seguía así, se encontrarían con que no pueden disponer ni del recorrido ni del horario tradicionales y la experiencia, llevada a cabo el año anterior, de sacar el Alarde de su entorno habitual no podía repetirse.
El Diario Vasco (22 de mayo de 1998) • El Ayuntamiento crea un censo para participar en el Alarde Municipal.
El Diario Vasco (6 de junio de 1998) • El Alarde Municipal elige a su General.
El Diario Vasco (7 de junio de 1998) • Román Rico presenta al nuevo General.
El Diario Vasco (9 de junio de 1998) • Betiko acusa al Ayuntamiento de actuar "contra el sentir del pueblo".
El Diario Vasco (Primavera de 1998) • Diversos artículos de opinión.
Así las cosas, la tensión volvió a crecer en los días previos al Alarde...
Los Mandos del Alarde Tradicional convocaron una manifestación para el día 20 de junio.
Ese mismo día, el Departamente de Interior del Gobierno Vasco dictó la resolución que debía regular los horarios y recorridos de ambos alardes, dado que había un claro problema de orden público. Pero la manifestación tuvo lugar igualmente, acudiendo a la misma más de 10.000 personas. El Departamento de Interior aceptó la hora de salida propuesta por los organizadores del Alarde Tradicional, las 7 de la mañana, pero varió su recorrido. Por su parte y por única vez, el Alarde Municipal tuvo el recorrido y el horario tradicionales, dado que aparecía reflejado en el programa de fiestas del Ayuntamiento.
Ante estas decisiones, la presión y la violencia arreciaron de nuevo: El Aurresku tuvo que volver a suspenderse, al igual que la recepción a las sociedades que iba a sustituir a la de cantineras, los programas de fiestas se arrojaron a la hoguera de San Juan y el Alcalde encontró una gran pitada cuando se disponía a encenderla. Por su parte, la Junta del Alarde Municipal valoró negativamente la resolución de Interior porque no garantizaba la no coincidencia de los dos desfiles. Además, se entendía que se estaba legitimando un acto público discriminatorio.
En las calles los dos Alardes se encontraban, se cruzaban, y con ellos sus públicos durante los ensayos. En ocasiones, había acuerdos entre las dos compañías del mismo barrio para impedir que sus recorridos coincidieran; en otras, tuvieron lugar agresiones y, en general, las mujeres debieron desfilar con vigilancia policial que las protejiera de lanzamientos y de barricadas humanas. Durante la presentación de cantineras del Alarde Municipal en la Biblioteca Municipal resulta agredida de consideración una de las mujeres que desfilaban.
Pero, del mismo modo, se vivieron también momentos de tremenda emoción, al asistir al surgimiento de un nuevo modo de ver la fiesta: integradora, democrática, igualitaria, llena de vida y de juventud.
En cuanto el Alarde pasó, los tradicionalistas comenzaron a cuestionar el cumplimiento de la Ordenanza por parte de la Junta Municipal. La cuestión que latía debajo era de carácter económico. Durante días y días insistieron en que el Ayuntamiento hiciera públicas las cuentas del Alarde. El asunto de las cuentas coincidió además con la destitución de Maribel Castelló como Concejala de Cultura por parte del Alcalde. El castigo para aquellos que dentro de los partidos habían apoyado decidida y públicamente la participación de las mujeres vino enseguida: ni Román Rico ni Maribel Castelló figuraron en las listas para las elecciones municipales del 13 de junio.
En cambio, tanto el PNV con EA colocan en la cabeza de sus listas a dos mujeres militantes de Irungo Betiko, Elena Etxegoien y Amaia Navarro, respectivamente.
El Alarde, pues, mediatizó las elecciones de principio a fin. Las demandas de los tradicionalistas se referían a la recuperación del horario y recorridos de costumbre, la derogación de la ordenanza y la financiación por parte del Ayuntamiento. Estas peticiones se plantearon tanto ante los partidos políticos como ante el Ayuntamiento.
Al mismo tiempo tomarán dos nuevas iniciativas:
- Una financiera: la organización del Alardealdia, “con el fin de recaudar dinero para las fiestas de finales de junio y recuperar el ambiente festivo”.
- La otra política: la convocatoria de la enésima manifestación, esta bajo el lema “Respeto a la voluntad popular”. El objetivo era aumentar la presión y el control sobre los partidos políticos.
El Diario Vasco (21 de junio de 1998)
El Diario Vasco (30 de junio de 1998)
El Diario Vasco (1 de julio de 1998)
En las fiestas de 1999 nacerá una nueva “tradición”. Organizado por el grupo juvenil-tradicionalista Pagoki, el acto de las “Antorcheras” trataban de dar salida desde el sector tradicionalista a la reivindicación de mayor participación de las mujeres. Claro que recordar la batalla de 1523 mientras se afirmaba que el Alarde era la “conmemoración de las milicias forales” no resulta muy coherente; y claro que desfilar sin música, con total seriedad, tiene poco que ver la fiesta de sus conciudadanos varones, pero igualmente las “antorcheras” se han consolidado en el imaginario irunés, al menos en el de una parte de la población.
Por lo que se refiere al Alarde de ese año, el día 25 de junio el Departamento de Interior dictó una resolución fijando la arrancada del Alarde Tradicional para las 7:15 horas y pidiendo al Alcalde que fuera él, con toda lógica, quien fijara la del Alarde municipal. Cediendo a la presión local una vez más, el Alcalde situó la arrancada de su propio Alarde las 9:45 horas, a pesar de que el horario que contenía la Ordenanza aún en vigor eran las 8:25 horas.
Como ocurrió el año anterior, se celebraron dos Alardes, en el mismo ambiente de violencia latente y de presión hacia quienes participaban en el Municipal. Pero en esta ocasión la actitud obstaculizadora del Alcalde se hizo más clara, como muestran las siguientes declaraciones:
'Se mostró partidario de que el Ayuntamiento también apoye el desfile tradicional, dado su carácter mayoritario. En este sentido, apostó por subvencionarlo económicamente, aspecto en el que coinciden todos los partidos de la Corporación Municipal (PNV-EA, PSOE-EE y PP), excepto EH. Asimismo, Buen abogó por separar de la institución municipal al Alarde Oficial, “lo que no significa que no deba tener apoyo del Ayuntamiento”, precisó' (El Mundo 1-7-1999).
A principios de año hubo un intento de modificación de la Ordenanza que fue detenido por la presión de la Junta del Alarde Municipal Sin embargo, el 24 de marzo de 2000 el Alcalde firmó la propuesta definitiva en la que: no se elegiría al General, no se entregaría la bandera, no se desfilaría junto al Cabildo Secular y se cambiaría el horario de la arrancada, que pasaría a ser sobre las 10 de la mañana. En resumen, desaparecía la relación entre el Alarde y el Ayuntamiento.
El día 4 de mayo la Asamblea general del Alarde Oficial de Irun condicionó su celebración a que se llevara a cabo “dignamente” lo que se traducía en el cumplimiento de determinados requisitos por parte del Ayuntamiento:que sufragara el Alarde Oficial en su integridad, que respetara los horarios establecidos en la Ordenanza sin seguir intentando modificarla, que nombrara al General y que hiciera un llamamiento público para que la ciudadanía participara en el desfile mixto. La medida de presión no causó demasiado efecto y el día 24 de mayo se realiza una rueda de prensa en la que declinaron organizar el Alarde Municipal, afirmando que el Ayuntamiento no sólo no había propiciado un Alarde unitario sino que incluso había apoyado el Alarde discriminatorio.
Esta vez sí que tuvo efecto la presión y finalmente tras algunas reuniones se llegó al acuerdo de que fuera la Junta de Portavoces del Ayuntamiento la que propusiera el nombre del General del Alarde mixto y que, además, el consistorio financiará en su totalidad el acto oficial.
Únicamente en un punto persistió el desacuerdo: los horarios. Finalmente fue Interior quien fijó los horarios de ambos desfiles, dado que el día 13 de Junio la Junta Municipal accedió a organizar el Alarde Municipal en las condiciones pactadas con el Alcalde. Según la resolución de Interior el desfile mixto saldría a las 8 de la mañana, en tanto el desfile tradicional debería hacerlo a las 9:15.
De inmediato cundió el pánico entre los tradicionalistas, incluido el Ayuntamiento.
El Comandante del Alarde tradicional estimó que la resolución es una “provocación” y tan provocados y rabiosos se sintieron que comenzó la violencia, primero contra las compañías mixtas que ensayaban en la ciudad, luego contra las personas que repartían el cartel de fiestas y, tras el Alarde, un partidario de la integración femenina pasó tres días en la UVI. Inmediatamente se dirigieron al Ayuntamiento 2000 personas –incluidas el General, el Comandante y los capitanes del Alarde Tradicional -para exigir la convocatoria de un Pleno extraordinario en el que se modificaran los horarios y, claro está, convocaron una manifestación bajo el lema “Balza, este cambio de criterio, no”. A la misma acudieron entre 12 y 15.000 personas, aunque faltó el Alcalde, que había sido expresamente invitado. Sí acudieron otros concejales como Miguel Angel Páez (PSOE), Juana de Bengoetxea (PP) o los concejales del PNV.
Ante semejante manifestación, la Junta de Portavoces de Ayuntamiento acordó pedir una reunión al consejero de Interior Balza, para tratar de consensuar otros horarios. La reunión tuvo lugar el día 27; pero Balza no cambió de criterio y explicó que debía “otorgar un trato de discriminación positiva al desfile mixto”.
El Alarde Oficial discurrió sin incidentes gracias a “un espectacular despliegue de la Ertzaintza”, tan espectacular que casi podía hablarse de tres Alardes.
Como detalle puede apuntarse la presencia de un notario en el balcón consistorial durante el transcurso del Alarde Oficial, contratado por Irungo Betiko, para levantar acta de los incumplimientos de la Ordenanza que el desfile mixto cometiera con el fin último de conseguir la derogación de la misma.
Al día siguiente, el Alcalde anunciaba que el Ayuntamiento va a recurrir a grupos de mediación tipo Gernika Gogoratuz para solucionar el conflicto
Comunicado de la Junta del Alarde Municipal (23 de junio de 2000)
El Diario Vasco (1 de julio de 2000)